Los secretos de Suárez

Los secretos de Suárez

Conocí personalmente a Adolfo Suárez cuando fue presidente del Gobierno de la UCD, tras las elecciones de 1979.  Me pareció en estos años un personaje simpático y rural de la política, y compartía con la Prensa un espacio cercano y amigable. En 1979 realizaba yo la información política en Diario 16 y me desplazaba al Palacio de la Moncloa, donde le entrevistaba en un santiamén, ayudado de un magnetofón de bolsillo que compré en Houston, de cinta pequeña, que era una maravilla para captar las declaraciones de forma fidedigna. Algunas veces éramos una decena de periodistas los que le esperábamos en el aeropuerto de Barajas, a pie de pista, atentos a lo que nos dijera de los viajes, como el que le llevó a Panamá. Le preguntamos sobre  la política iberoamericana y las conversaciones con su amigo el presidente  Omar Torrijos (que desgraciadamente murió de un accidente aéreo, en 1981, tras afirmar que el Canal de Panamá tenía que pasar forzosamente de manos americanas a panameñas en 1999, a pesar de lo que pensaran las autoridades de Washington).  

 

En España el tema político se dirimía entonces entre la crisis de la UCD, las bases americanas, la entrada en la OTAN, las relaciones exteriores, la economía precaria, la modernización de España con el Estado de las Autonomías (el café para todos), el ruido de sables y las asonadas cuarteleras que siempre andaba denunciando Miguel Ángel Aguilar en Diario 16. La gran ayuda de la política militar la recibía Suárez de su amigo el vicepresidente Manuel Gutiérrez Mellado (me preguntó por Queca Campillo la mañana del 24 de febrero de 1981, en un entreabrir de la Puerta de La Moncloa al día siguiente del secuestro del 23-F). Y también Suárez compartía los secretos de Estado con el Rey don Juan Carlos.

Suarez02José Carlos Duque con Adolfo Suárez, en La Moncloa.Se ha escrito mucho estos días sobre Adolfo Suárez, sobre su aportación humana y su figura política como pieza fundamental de la transición española, de sus aciertos y de sus fracasos, de las traiciones políticas y de su valentía ante los golpistas del 23-F, de su integridad y de su fidelidad al Rey. Pero quedan aún puntos que nos gustaría saber. Los secretos del 23-F y las presiones recibidas al marcharse (descifrar esas frases encriptadas del discurso de despedida). Nos gustaría saber el foco interno de las relaciones exteriores americanas, (viajó a la Panamá del populista y antiamericanista Torrijos, a la Cuba de Fidel Castro…), de las tensiones de Oriente Medio (se besó con Arafat en Madrid) y hasta los entresijos de aquellos últimos años cognitivos del Suárez en decadencia, y la falsa acusación de que Mario Conde había entregado 300 millones para financiar al CDS en 1995.

Aquello se le debió de quedar a Adolfo Suárez en el subconsciente de su gran moralidad, cuando tuvo que acudir como testigo a la Audiencia Nacional para aclarar la falacia acusatoria en el juicio. Hasta en la visita del Rey, con el Alzehimer  subido, Suárez preguntó a don Juan Carlos desde su limbo: “¿Tú también vienes a por dinero?”. En fin, pobre Suárez, la política le dio más disgustos que satisfacciones. Pero era un político vocacional y osado. Actuó sin importarle mucho los oscuros intereses que hierven en la aviesa política. ¡Ojalá que un día entremos en los más intrincados secretos y tengamos más juicios aún para ensalzar todavía más la figura de este gran estadista español!

JOSÉ CARLOS DUQUE / LOMEJOR.COM