Cantabria conserva cerca de ochenta iglesias románicas
- Detalles
- Publicado: Viernes, 12 Julio 2013 08:52
- Escrito por Super Usuario
Cantabria conserva cerca de ochenta iglesias románicas
Los municipios de Santillana del Mar, Cervatos, Piasca, Bareyo son de obligada visita para conocer los mejores monumentos románicos de la Comunidad Cántabra
Después de unos primeros pasos azarosos, aunque inyectados de amor patrio desde Liébana por el monje Beato, con su “Comentario al Apocalipsis” primero y luego con su himno, actualmente no tan famoso, “O Dei Verbum”, donde se invoca por primera vez a Santiago como Patrón de España, la Reconquista ya ha liberado suficiente territorio como para empezar a construir algunos edificios que den solidez a los asentamientos y villas que comienzan a surgir en puntos estratégicos. Lógicamente hablamos de la protección de castillos e iglesias, refugio físico y espiritual respectivamente, pero sobre todo signo de normalización de la vida cotidiana.
En Cantabria, parte de la geografía de la peregrinación a Compostela, surge un románico rural bello y proporcionado y, en ocasiones, espectacular. Cerca de ochenta iglesias se levantan en su área administrativa, demasiadas para tan pequeño espacio de papel, así que no hay más remedio que fijarse en las más significativas e interesantes.
Mencionaremos en primer lugar, cómo no, la Colegiata de Santa Juliana en Santillana del Mar, la primera declarada Monumento Histórico-Artístico, por Real Orden, el 12 de marzo de 1889 y la villa, a su vez, el 27 de julio de 1943. Con esto podría quedar todo dicho, pero no podemos dejar de resaltar el impresionante claustro de la colegiata, adornado con unas deslumbrantes arcadas rematadas por extraordinarios capiteles tallados con multitud de temas referentes a la vida de Cristo, el bestiario, algún tema mitológico y de la vida cotidiana, grifos, dragones, centauros, ángeles y demonios, caballeros y damas y un amplio etcétera que no dejará impasible al visitante, todo lo cual dentro del ambiente sosegado que caracteriza a un claustro monástico, que no es poco.
No nos vamos de Santillana, una vez visitada la imponente villa, sin acordarnos de la cueva de Altamira, visita no menos obligada tratándose de uno de los santuarios prehistóricos más importantes del mundo, actualmente declarado Patrimonio de la Humanidad.
La Colegiata de San Pedro, en Cervatos, se encuentra en el extremo opuesto, es decir, cerca del límite sur de Cantabria. Fue declarada Monumento Histórico-Artístico el 2 de agosto de 1895. Singular edificio el de San Pedro, sobre todo por su programa iconográfico, enteramente dedicado al pecado de la lujuria y cuyos personajes, tallados en la escasa superficie de los canecillos y metopas bajo los aleros, constituyen la plasmación visual del catálogo de pecados contenido en los libros penitenciales para información del feligrés, antes o después potencial y casi seguro pecador. Para entender la función doctrinal de la simbólica iconografía románica es imprescindible conocer esta iglesia, sencilla pero monumental y adornada, además, con la refinada escultura de sus elementos arquitectónicos, tanto en el exterior como en el interior, los cuales nos provocarán medias sonrisas de procaz complicidad.
El Monasterio de Santa María la Real, en la localidad de Piasca, perteneciente al municipio de Cabezón de Liébana, también fue declarado Monumento Histórico-Artístico, en este caso el día 4 de julio de 1930. Del edificio primitivo queda una planta de tres naves rematadas por dos ábsides semicirculares en la cabecera. Se trata de uno de los centros de influencia más importante de la época dentro del entorno de la Liébana, que en aquel momento lo era casi todo.
Hemos de destacar, en lo que al románico se refiere, la exquisita talla de todos sus elementos ornamentales esculpidos, no solo en la portada oeste (arquivoltas, capiteles, cimacios y hornacina sobre la portada), sino también en las ventanas, arcos, capiteles, canecillos y metopas de la cabecera y la pequeña portada abierta en el muro sur, sin olvidar, por supuesto, su esbelto y elegante interior, que aun sorprende más por ser casi antítesis de su contundente silueta exterior.
Si a todo ello le sumamos el entorno paisajístico del enclave de Valdeprado, un valle silencioso y verde, rasgado de cuando en vez por el agudo grito de alguna rapaz, nos sentiremos en otra dimensión.
También al sur y relativamente cerca de Cervatos, junto al embalse del Ebro, se encuentra otro de los monumentos importantes de Cantabria. Se trata de la Colegiata de San Martín de Elines, Monumento Histórico-Artístico desde el día 3 de junio de 1931. Una sola nave rematada con ábside semicircular y una torre cilíndrica adosada al muro sur definen su inconfundible y original silueta. Una vez más habremos de destacar la fina talla de la escultura que conforma todos sus elementos ornamentales, canecillos, capiteles y ventanas. No obstante y sobre todos ellos, destaca el sofisticado interior, en el que subrayaremos la cabecera, adornada con doble arcada ciega rematada por delicados capiteles y el espectacular conjunto de grandes capiteles de cesta circular sobre los que apoyan los arcos fajones de la bóveda de cañón a lo largo de la nave.
Un sencillo claustro con algunos sepulcros rematan el conjunto arquitectónico encajado, como casi siempre en Cantabria, en un entorno natural tan relajante como espectacular.
Cerca de Santoña y en dirección a Santander siguiendo la carretera comarcal de la costa, llegamos a la iglesia de Santa María, en el término municipal de Bareyo. El edificio original ha sido reformado en varias ocasiones pero conserva muchos elementos románicos notables y dignos de mención, como por ejemplo un magnífico ábside con originales ventanas de dobles arcos y columnas con delicados capiteles de talla vegetal.
No se queda atrás el interior en cuanto a originalidad, sobre todo en el hemiciclo presbiterial, articulado con doble arcada ciega superpuesta, como la de San Martín de Elines, aunque con una decoración escultórica muy distinta en temática, pero no en calidad, que se mantiene también en los capiteles de la nave. En uno de ellos podemos contemplar una pareja de hidras, animal fantástico de connotaciones mitológicas, aunque en este caso aviso de los peligros del pecado y del demonio para los fieles cristianos.
La pila bautismal que se conserva en el interior de Santa María es de las importantes, tanto por su decoración tallada, como por sus sorprendentes formas, casi inéditas en su repertorio, de perfil ondulado, como las olas del cercano mar.
TEXTO Y FOTOS: JESÚS HERRERO MARCOS