Pedro Grifol: La impactante levedad del planeta

Fotógrafo, escritor y pintor, este profesional de la imagen cruza los océanos y las montañas en pos de un buen reportaje. Ha sido merecedor de premios en cuantiosas ocasiones, como el Premio Periodístico "Italia por Descubrir", de la Oficina de Turismo de Italia, y  reciente Primer Premio -en la categoría de Prensa Escrita- de la Oficina de Turismo de Bélgica.
Fiel observador del mundo ha recorrido el planeta captando las imágenes más impactantes. Y ha convertido en protagonistas de sus fotos a gentes de todas las razas y religiones de los cinco continentes. Desde las bellas jóvenes de la etnia Yao, de Mozambique, a las gentiles costaleras del trono de la Verónica, de Lorca; pasando por la tierna mirada de las chicas góticas, los exuberantes atributos de un maniquí... o una tormenta en un paisaje del Lejano Oeste. Siempre con 'el viaje' como 'leit motiv' de su trabajo, ha colaborado en las revistas Escapada, Rutas del Mundo, PARAÍSOS y Mucho Viaje. En la actualidad sus reportajes se publican en VIAJEROS, MÁS ALLÁ, CLÍO, PUERTA DE EMBARQUE, SAVIA, y en la sección Turismo y Viajes del elEconomista.es.Las impactantes instantáneas del reportero Pedro Grifol son dignas de esta sección "Lo mejor de la fotografía"..

BIOGRAFÍA

PedroGrifolRetratoDecía mi padre, en los albores de la primera parte de mi transcurrir existencial, que por qué no me dedicaba a algo 'provechoso', es decir: que tuviera visos de ser rentable. Pero nada, no había manera de disuadirme de mí vocación artística. ¿He dicho artística?... pues eso: “El arte es necesario, pero no sé para qué”, dijo el poeta... aunque yo, por aquellos tiempos de febril adolescencia, aun no sabía de la existencia de aquella frase.

Decidí dar rienda suelta a mis primeras realizaciones inservibles, sin pretensión alguna de hacer arte, porque aquello de que “el arte es lo que uno quiera que sea arte” tampoco lo sabía. Lo aprendí mucho más tarde. Sin embargo, desde aquellos primeros devaneos... ¡y leyendo por ahí!, comprendí enseguida que la máxima: “trabaja en lo que te gusta, y dejarás de trabajar” era sin duda el rumbo que debía marcar mi sino. Luego supe que también lo hicieron así Leonardo da Vinci, Kapuscinsky  o Spielberg... por citar sólo algunos próceres maestros de la vida.

Toda mi vida, desde que me alumbraron en Barcelona el 27 de septiembre de 1949, la he dedicado a cosas inútiles: pintar, escribir, hacer fotos, tocar la batería e incluso aprendí a hacer todo tipo de cócteles exóticos.

Aprendí a viajar viajando, y me esforcé a tope para apreciar que los viajes no sólo provocan una constante alteración de los sentidos, sino que se convierten, paso a paso, día a día, país a país... en una fuente de conocimiento de primera mano.

No hay nada como mancharse de barro hasta las narices por una pista africana mientras los samburu te confunden con un alienígena; nada más impactante como ver a un gorila cara a cara y sin rejas; nada como deleitarse con el sonido de una flauta en un atardecer en el desierto del Thar; nada comparable a sentirse un Stendhal cualquiera frente al Duomo de Florencia; nada como saborear las lentejas que no ha hecho tu madre, o nada como percibir el perfume de una moña de jazmines en Sevilla.

Ahora sé que la sensación de vivir viajando y el arte son dos cosas a la vez: una fábrica de sueños y una satisfacción personal. Me ha gustado hacer de todo: logotipos para discotecas, diseñar portadas para discos (cuando eran LPs), e ilustrar artículos para publicaciones como La Luna, Saber Leer, Guía del Ocio y El País. Mis textos y fotografías ilustran las páginas de muchos folletos turísticos de varios países y agencias de viaje. Y... mientras siga la vida ¡que no pare el cuento!.


ARTÍCULO DE COLABORACIÓN

En el principio... fue la fotografía
PEDRO GRIFOL

Todo lo que la naturaleza tiene de mágico y el ojo lo ve en tres dimensiones: un paisaje, un desnudo, una botella de vino, un jamón... ¡incluso la Luna!... cuando lo fotografiamos, acaba siendo un ente plano en nuestra pantalla del ordenador, un objeto encastrado en el marco que cuelga de una galería de arte o una ilustración de flácido couché en las páginas de una revista.
Aunque al principio “del principio” la idea siempre fue tridimensional y sin márgenes... el resultado final está condenado a convertirse en una imagen plana y delimitada por cuatro fronteras.
Os muestro aquí fotografías de algunas peripecias ideadas para que lo vivido en los viajes, lo imaginado en la vida o lo soñado para el más allá, ocupe sus tres dimensiones originarias... Aunque -eso sí-, a veces y por lo surrealistas que parecen algunas de sus conclusiones, semejan que nunca hubieran existido... ¡Es lo que tiene el Arte!).

 

 

ASÍ LO PUBLICAMOS EN NUESTRA EDICIÓN EN PAPEL (Google Docs)